Jaime Gomez

Infancia

Jaime Gomez nació en NGL, por lo que tuvo una infancia bastante tranquila y pacífica.

Niñez

Vivió del campo, la recolección, la pesca y la cosecha, tal como le enseñaron sus padres, sin mayores preocupaciones en su vida diaria.

Adolescencia

Al cumplir 13 años, encontró un auto a escala y quedó fascinado por aquel objeto, ya que, al vivir aislado del mundo tecnológico, sus padres le habían ocultado todo rastro de los avances de la sociedad. Desde entonces, vivió con una sensación de represión, luchando por algún día escapar de esa vida y conocer el mundo.

Juventud

Al alcanzar la mayoría de edad, decidió dejar NGL, a pesar de las objeciones de sus padres, descubriendo todo lo que había más allá del campo.

Viajó temprano a Yorknew en busca de trabajo. Después de realizar varios cursos de manejo, logró convertirse en chofer de taxi. A menudo, la gente pensaba que, por ser extranjero, no entendía bien el idioma, y le contaban todo tipo de historias. Aquellas que le parecían interesantes las anotaba en su libreta, ya que la literatura, recientemente descubierta, le fascinaba. Sin embargo, entre las historias que escuchaba, encontraba relatos de crímenes, violaciones, maltratos y otros actos deplorables, lo que lo llevó a abandonar la escritura. Además, hizo el voto de nunca contar lo que escuchara de los labios de otras personas, con el fin de evitar conflictos.

Adultez

Cuando cumplió 30 años, se enteró del fallecimiento de sus padres a través de un pariente lejano, hermano de su madre, que los visitaba con frecuencia en NGL. Esto lo llevó a regresar a su tierra para despedirse de ellos y dejar flores en sus tumbas.

Después de un tiempo, fue acogido por su tío en Peijin y consiguió trabajo como taxista, homologando las licencias que había obtenido en Yorknew tras mucho papeleo.

El trabajo comenzó a escasear y había pocos pasajeros disponibles, lo que lo llevó a trabajar de noche, a pesar de los constantes toques de queda impuestos por el gobierno para reprimir a los rebeldes. Fue una de esas noches, mientras cruzaba por unos suburbios periféricos, cuando un joven herido se le cruzó en el camino y le pidió que lo llevara. Gomez accedió, pensando que algún soldado lo había herido de bala en el hombro izquierdo, pero al observar más de cerca, se dio cuenta de que la herida era algo extraña. Estaba demasiado abierta, como si hubiese sido cortada con un hacha. Tras recorrer varios kilómetros por la carretera, dos autos se sumaron a la pista, mientras el pasajero herido daba las órdenes de ruta. Gomez jamás había estado en una situación como esa. Fue en medio de la persecución cuando el pasajero comenzó a tener espasmos y a transformarse en una bestia extraña. En ese momento, Jaime perdió el control del vehículo, volcando y quedando casi inconsciente. Por el fuerte olor a combustible, supo que su auto iba a estallar, por lo que tanto él como la bestia a su lado intentaban salir desesperadamente. En medio del forcejeo, la bestia desgarró parte de la pierna derecha de Gomez. Él, arrastrándose, logró separarse varios metros antes de que el auto explotara en llamas con la critaura todavía en su interior. Casi inconsciente y gravemente herido por el trauma acústico y su pierna hecha añicos, sin saber bien qué estaba ocurriendo, vio cómo los dos autos persecutores se detenían frente al suyo. Tres individuos bajaron de los vehículos. Uno se acercó a él y dijo: “Una lástima, lo hirió en la pierna. Dentro de poco empezarán los primeros síntomas del bestialismo”. El que estaba más atrás comentó: “No es asunto nuestro. Eliminamos la amenaza tal y como se nos pagó. Que él y su cuerpo transformado sirvan como mensaje”. Gomez no entendía bien de qué hablaban, pero el tercer individuo se acercó a él y, con voz autoritaria, ordenó: “Solo es un civil, no tiene culpa de esto. Además, creo que ha semidespertado. Quiero que lo suban al auto. Nos dirigiremos al aeropuerto de Rokario y lo llevaremos a mi mansión. Nos quedan 48 horas para que no haya forma de revertir la mutación”. Lo último que vio Jaime fue una mano con un guante de cuero blanco sobre su pecho, mientras una voz le susurraba: “Tranquilo, señor, se pondrá bien”.

Gomez se despertó en una cama de una habitación lujosa, perteneciente a la familia Sinss, ya que el joven Rick Sinss lo había llevado allí para evitar que una plaga lo transformara en una bestia. A partir de ese día, se sintió profundamente agradecido con Rick, y aún más cuando comprendió el alcance de lo que había logrado evitar.

Más tarde, se convertiría en el chofer oficial de la familia Sinss y, posteriormente, sería enviado a presentarse al examen de cazador, logrando aprobar en su primer intento.

Luego de la fundación de la Agencia de Cazadores Sinss, fue el primer cazador registrado como miembro.

Actualmente, ocupa el cargo de agente auxiliar en la Unión Mitene.